Ésta es mi experiencia: “Descúbrelo tú mismo”
Por: Eloísa Sofía Puello Cabeza
“Señor, sorpréndeme, no quiero dejar de asombrarme por saber que me amas y que por Cristo puedo ser tu hija. No quiero dejar de asombrarme al ver a las personas cambiar totalmente al conocerte, Jesús”. Esta ha sido mi oración este año, donde por muchos instantes he caído “en la rutina” y he visto el seguir a Jesús y servirle como una rutina sin nada fuera de lo común. Sin embargo, Dios me había estado llamando a orar así, como mostré al principio, aún en medio de mi “enfriamiento espiritual”.
“Porque mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya. Así como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las de ustedes.» El Señor lo afirma. (Is. 45:9)
Esta Semana Santa Dios me sorprendió más allá de lo que había imaginado, y no por el hecho de que vinieran algunas personas de Noruega a Colombia, y que algunas personas en Bogotá y en Armenia estuviésemos esperando por ellos para recibirlos y acompañarlos; no, eso no me sorprendió. Lo que me sorprendió realmente fue que todo esto pasara por una misma persona: Jesús.
Desde los días en los que estuvimos en Bogotá, hasta los días en Armenia pude recordar mi historia con Jesús: Él acercándose a mí tantas veces y yo muchas otras rechazándolo. Así se sintió cuando interrumpimos la vida de algunas personas para tener conversaciones con ellas y que estas nos rechazaran. Esto me recuerda a varias historias:
- Cuando estuvimos en Monserrate encontramos a un grupo de amigos que eran de Cali, pero estaban ahí por vacaciones. Ellos nos escucharon por un momento y hasta interesante les pareció ver a los noruegos, pero luego de varias risas y miradas incomodas, con sus gestos nos dijeron “¡qué chévere que hagan esto, pero no se entrometan ni en nuestras vacaciones, ni en nuestras vidas”.
- Cuando estuvimos en un centro comercial en Armenia nos acercamos a un grupo de armenitas casi borrachos. Luego de escucharnos por casi un minuto, uno a uno se fueron yendo hasta que el último que había quedado nos dijo: “quizá en algún momento los escucharía, pero no gracias”. Esto fue impactante para mi vida, porque cuando los vi yo no me quise acercar a ellos por la condición en la que estaban, pero mi grupo (Julia, Flora y Elías) insistió en que nos acercásemos a ellos. En ese momento pude a Jesús diciéndome “yo me acercaría a ellos, así como me acerqué a ti en tu pecado”. Aunque el final de ese acercamiento fue el que yo supuse que pasaría (que nos rechazaron), Jesús pudo enseñarme algo mayor con eso y pude entender realmente lo que significa que el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.
Sin embargo, fueron aún más las vidas que en esa semana pudieron sentir que encontraron eso que hace tanto estaban buscando, que tuvieron esa conversación que no se imaginaron, pero que esperaban sin saberlo. Por ejemplo:
- Una señora que encontramos en un parque en Armenia, ella estaba con sus hijas y una amiga, al preguntarle que quien era Jesús ella nos dijo que era un nombre que le habían enseñado, que cuando ella oraba y decía “Dios” o “Jesús” lo decía por costumbre, pero que no sabía a quién le estaba hablando. ¡Fue increíble ver como Jesús se le estaba presentando a ella en ese momento! Sus ojos se aguaron, y luego de seguir conversando con ella, oramos con y por ella. Nos dijo que leería la Biblia y esa sigue siendo nuestra oración, que sea Jesús revelándose a su vida.
Sí, esa fue una semana de contrastes, pero sobretodo de ver milagros en comunidad, de ver como Jesús sobrepasa cualquier modo y entendimiento humano. Todo lo que Dios nos permitió hacer, nos lo permitió hacerlo en comunidad. Por esto, me siento retada, inspirada y motivada a seguir orando por los EBUs, pero también a seguir yendo a la universidad y predicar a Jesús.
Más que colombianos y noruegos, rolos, cafeteros o costeños, somos apasionados por Jesús que creemos en Su reino y en que con pequeñas conversaciones la vida de alguien puede ser cambiada. Por esto, también fue muy especial para mí el que, como comunidad, tanto en Bogotá como en Armenia, nos sentáramos a estudiar la palabra juntos en la mañana, compartir experiencias, orar y equiparnos para lo que haríamos en el resto de día. En definitiva, pude descubrir y re-descrubir a ese Jesús que ya me había descubierto a mí, que está en la universidad, en el colegio y en todos los contextos de nuestra sociedad. ¡Él es la luz en la oscuridad!
Un comentario
Lindo testimonio Elo. Dios es Bueno, Siempre Fiel.